Manuela, el Río de la Plata, un #malbec y yo

Nunca me habían gustado las mujeres… es decir, no pensé ver como mis piernas se enlazarían con otra persona de mi mismo sexo. Siempre he mirado con ojos descarados el vaivén de una falda danzando sobre tacones llenos de magia… observo como la melena se contonea con la suave brisa… pero no, nunca pensé robar besos de bocas color carmesí.
Cuando vi a Manuela, un escalofrío recorrió mi nuca y la piel se me erizó como si acabara de ver un ser irreal. La instagram @isarobaynasuave blusa que caía sobre mis hombros, insinuaba el monte abrupto de mis pezones erectos. Ella, Manuela, los miró con una sonrisa malévola y entonces descubrí, el placer de sentirse deseada por un ángel con cuerpo de diosa y acento argentino… un espectáculo para los sentidos.
La encontré por la noche, aguardándome en el hall del Hotel Provincial Mar Del Plata. Al entrar, mis ojos se clavaron en unas piernas infinitas cruzadas con el mejor estilo que sólo te da la educación de esos internados de jovencitas. Sus pies estaban coronados por unos fantásticos Christian Louboutin que acariciaban sus tobillos. Esa minúscula hebilla me pareció la mejor de las joyas vistas hasta ese momento.
Al verme, recogió del suelo una botella de Malbec que descansaba vigilante junto a sus piernas. Estrangulada por unas manos que durante horas me enseñaría una nueva ventana por donde asomarme y disfrutar aún más de mi sexualidad…
Lo cierto es que muchas veces brindo con una copa de Malbec, pero no acierto a saber qué elemento dichoso falta en tal brebaje para no apreciar el sabor que aquella noche me cautivó. Quizás falte el aroma de sus pechos, o el sabor del sudor que jugaba con su ombligo.

No hay comentarios.

Lo sentimos, el formulario de comentarios está cerrado en este momento.